No es novedad percibir que la transformación económica mundial está ligada a la progresión de las compañías de software, que con sus profundos andamiajes tecnológicos están conquistando paso a paso mayores sectores de la economía. Donde las empresas habituales recurren cada día más al software para la generación de sus productos o servicios, distribución, eficiencia en capacidad y experiencia del cliente.

Pero más allá del bizarro avance de las mentadas punto com, resulta más impactante, como en tiempo record, negocios tradicionales han sucumbido ante la eficiencia de aquellas. Asistimos a la desaparición sistemática de las librerías tradicionales por cuenta de Amazon y a la consunción de múltiples industrias absorbidas por el software, como las empresas de alquiler de películas destronadas por Netflix, discográficas desplazadas por YouTube y Spotify, tradicionales empresas de fotografía, innovadoras en su tiempo como Foto Japón incluso la titánica Kodak, vieron expirar sus años de dominio con el desembarco de Instagram.

La nueva realidad digital nos presenta atrayentes emprendimientos alrededor de usos tecnológico en diversas áreas de la economía y de la ciencia en general. Sin embargo, poco ha impactado a la ciencia jurídica. En Colombia podríamos señalar que, desde la implementación del Código Civil y los fundamentos del derecho escritural europeo, la forma de ejercer el litigio no había asumido evolución sustancial, salvo la introducción de la oralidad con la influencia del common law; Pero la tecnología y el software aún no capturan con fuerza dominante esta área de vital importancia para la sociedad.

Sin embargo, ya se avizora en el horizonte el desarrollo del sistema judicial Anglo generando un ecosistema denominado LEGALTECH, revolucionando la industria jurídica en aquellas naciones, nutriendo también de manera atractiva el derecho europeo, donde se han iniciado corrientes de vientos que impactan a América latina, ofreciendo un mar infinito de posibilidades tecnológicas para hacer mucho más eficientes las actividades legales que pueden estar soportadas en software.

En Colombia la comunidad de empresas LEGALTECH está compuesta por algo más de 120 empresas, que apuestan a diversas áreas del derecho, innovando en la oferta de herramientas y servicios jurídicos, pues no se trata solo de tener una página web. Por ejemplo, La Corte Constitucional recientemente implementó un software denominado “PRETORIA”, importado de Argentina y adaptado a nuestras circunstancias, basado en pura y dura Inteligencia Artificial, con la finalidad de agilizar el análisis de las sentencias e identificación de casos; Por su parte el Consejo Superior de la Judicatura sigue apenas remando para logar un incipiente proceso de digitalización, y entre unas y otras avanzamos en la era digital de la justicia.

¿Desde la empresa privada y la academia que se está haciendo al respecto? Estamos abocados a una realidad ineludible, en países desarrollados emprendimientos de esta índole están recibiendo millonarias inversiones con el objetivo de que la captura de la justicia a manos del software sean una pronta realidad. Nuestro país debe acelerar en esta área con una visión estratégica de bienestar social.

Resulta más que pertinente, imperioso proyectarnos como profesionales de la justicia en habilidades tecnológicas, abrir campo a una justicia multidisciplinaria para afrontar cambios de la magnitud que comporta la nueva industria del software, que viene actuando como un iceberg, y quien no esté preparado para navegar a su lado, terminará escuchando pasivamente las últimas notas melancólicas del hundimiento de sus titánicos imperios.

¿Estamos entonces dispuestos a desarrollar capacidades y destrezas necesarias para que la tecnología debidamente implementada se ponga al servicio de la justicia?; O por el contrario, acudiremos como kamikazes luchando a toda costa, con el fin último de preservar nuestra obsoleta zona de confort.

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